Bodegones: flores, frutas y muchas cosas más

Cuando escuchamos la palabra bodegón, lo más común es que nos venga a la mente una pintura obscura en la que, entre los elementos representados, están algunos alimentos y, muy posiblemente, una jarrón o jarra de algún tipo; sin embargo, la realidad es que en los bodegones, también conocidos como “naturaleza muerta”, se puede representar cualquier tipo de objetos cotidianos y no necesariamente tienen que incluir fruta o comida. De hecho, uno de los más famosos (y del que hablaremos más adelante) contiene solamente un violín.

Conservados por un volcán

Entre los primeros ejemplos de este género están los frescos de Pompeya y Herculano, donde podemos observar representaciones de frutas e incluso jarras de agua (que pareciera que nunca pueden faltar en los bodegones), las cuales se utilizaban para decorar las paredes de las casas.

Aunque seguramente no se trata de los únicos ni de los primeros ejemplos, la trágica y conocida erupción del volcán Vesubio, en el año 79, la cual cubrió por completo las ciudades de Pompeya, Herculano y Stabia, mantuvo estas representaciones y sus colores en un excelente estado de conservación.

Caravaggio y el “primer bodegón”

Oficialmente, los historiadores consideran que el primer bodegón (como tal) fue el pintado por Caravaggio en 1596, el cual se titula Cesto con frutas y es una de las obras juveniles del artista. Lo que hace especial a esta pintura por sobre las otras que Caravaggio ya había pintado antes y que también incluían cestos, es que aquí esta canasta con frutas es la protagonista, es decir, es el elemento más importante (y único) de la obra. Con esta representación y, sin saberlo, el pintor italiano abriría la puerta para miles de artistas de distintas corrientes y épocas que continuarían con este género.

Una manera de practicar

Los bodegones, que se hicieron especialmente populares durante el Barroco, también se convirtieron en un género muy utilizado por los artistas (y sus maestros) para aprender y perfeccionar las distintas técnicas. Incluso artistas que buscaban romper con las composiciones tradicionales y experimentar con el color como Pablo Picasso (o Van Gogh con sus girasoles) recurrieron una y otra vez a este género. 

En México: una manera de documentar la gastronomía.

Si toda esta conversación sobre frutas y bodegones hizo que se te antojara ver algunos ejemplos en vivo, el Museo Nacional de Arte (MUNAL) debería entrar a tu lista de lugares por visitar durante el puente (aprovechando que muchos van a salir de la Ciudad), pues hasta el 16 de abril podrás encontrar ahí la exhibición “Festín de sabores. Banquete mexicano”.

Se trata de un recorrido por una de las temáticas más recurrentes en el arte mexicano (y en los bodegones): la comida. Además de las obras pictóricas, podrás encontrar otros elementos, como recetarios antiguos, que hacen único este paseo por la gastronomía artística.

Un recorrido por la historia a través de los bodegones

Aunque han existido desde hace siglos, las obras que utilizan como elemento principal la “naturaleza muerta” se han ido reinventando con los estilos y corrientes artísticas, por lo que existen miles de ejemplos distintos. Estos son algunos de los más famosos.

El Viejo Violín de William M. Harnett

Aunque no se trata de la pieza de naturaleza muerta más convencional, este cuadro es uno de los pioneros del género en Estados Unidos. Además, es uno de los mejores ejemplos de trompe l’oeil (engaño al ojo) en el que los elementos parecen estar fuera de la pintura. De hecho, cuando este cuadro se expuso por primera vez, muchos visitantes intentaban tocar el violín.

La mesa de cocina de Paul Cézanne

El pintor francés tiene muchos ejemplos de este género, además de La mesa de cocina. En esta obra, donde todo parece estar en perfecto equilibrio (incluso la cesta de frutas), se pueden observar los principios del cubismo. 

Still Life #57 de Tom Wesselmann

Más que una pintura es una instalación de gran escala que ocupa casi toda la pared del MoMA. Se trata de seis pinturas, cada una de un objeto cotidiano que, cuando se admiran desde la perspectiva correcta, forman una sola composición.

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