4 obras para conocer la historia de Pablo Picasso (parte 1)

Si te has preguntado porque has escuchado el nombre de Pablo Picasso con más regularidad últimamente, es porque este mes se cumplen 50 años desde su muerte el 8 de abril de 1973 a los 91 años de edad. Razón por la cual, distintos museos y galerías están realizando retrospectivas, exhibiciones y hasta webinars sobre su vida. Pero ¿qué tanto sabemos realmente sobre uno de los pintores más conocidos del mundo?

Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso (sí ese era su nombre completo), mejor conocido como Pablo Picasso, es sin duda, uno de los artistas más relevantes del siglo pasado. Creador del cubismo y expositor de muchas otras tendencias, el español tuvo una carrera de más de siete décadas (no te preocupes no vamos a abordar todas).

Aunque comenzó su entrenamiento como artista muy joven, cuando entró con tan solo 11 años a la Escuela de Bellas Artes de La Coruña, su estilo como artista no se desarrolló del todo hasta principios del siglo, mientras vivía entre Barcelona y París.

1. El viejo guitarrista (su periodo azul)

Durante este período, Picasso conoció al artista Max Jacob, al crítico de arte Guillaume Apollinaire y al pintor Georges Braque con quienes formó “la bande de Picasso”. Este grupo tenía tal reputación de rebeldía que cuando la Mona Lisa fue robada del Louvre en 1911, Picasso y Apollinaire fueron considerados sospechosos.

Fue en estos años (entre 1901 y 1904) que Picasso entró en lo que se conoce como su Periodo Azul, en el que sus pinturas se redujeron  a un esquema casi monocromático. Algunos historiadores atribuyen esta decisión del artista a un episodio de depresión provocado por su empobrecimiento en ese momento. Reflejando su propia marginación al comienzo de su carrera, Picasso recurrió a los marginados de la sociedad como tema: mendigos, prisioneros, prostitutas y ciegos. Entre los ejemplos más icónicos de este periodo está El viejo guitarrista. 

2.  La familia de saltimbanquis  (su periodo rosa)

En 1904, Picasso comenzó su Período Rosa, llamado así porque su combinación de colores estuvo dominada por variaciones del rojo, naranja y rosa. Durante estos años, además, una de sus temáticas predilectas fueron los artistas de circo (generalmente con expresiones no muy felices).

El interés de Picasso por el circo se debió, en parte, a su frecuente asistencia al Cirque Medrano junto a Braque. El arlequín, conocido por su distintivo traje con estampado de diamantes, fue uno de los personajes más usados por Picasso en ese tiempo, como se puede ver en algunas de sus obras, incluyendo La familia de saltimbanquis.

En su vida personal, este fue un periodo más estable para el español, quien montó su primer estudio en París (en el edificio Bateau-Lavoir de Montmartre) e inicio su relación con Fernande Olivier, una artista y modelo francesa que se convirtió en una de sus primeras musas (hizo aproximadamente 60 retratos suyos).

3. Las señoritas de Avignon (su periodo africano)

Terminado durante el verano de 1907, Las señoritas de Avignon es uno de los ejemplos más clásicos del arte moderno, y podría decirse que nació de dos lugares: el estudio de Picasso y el Museo Etnográfico de Trocadero, donde Picasso se encontró unas máscaras tribales expropiadas de las colonias de Francia en África.

Ésta fue la incursión inicial del artista en lo que se conoció como su período africano, que duró hasta 1909. Además de visitar Trocadero, Picasso había comenzado a coleccionar arte africano en esa época lo que lo llevó a crear obras más africanizadas.

4. Retrato de Daniel-Henry Kahnweiler  (cubismo)

Ese mismo año (1907), Braque y Picasso se unieron para crear las bases de un nuevo movimiento artístico: el cubismo. Ambos se comprometieron con este proyecto hasta tal punto que no consideraban terminadas sus obras hasta que el otro las firmaba.

Picasso y Braque incursionaron casi en la abstracción, colapsando la figura y el fondo en configuraciones planas que ocupaban los mismos estratos compositivos y eliminaban la percepción de profundidad.

Los objetos se representaban desde diferentes ángulos simultáneamente, como si una persona estuviera viendo el objeto desde distintas perspectivas al mismo tiempo. Característica que se puede observar en el Retrato de Daniel-Henry Kahnweiler, pintado en otoño de 1910 en honor a uno de los primeros admiradores de este movimiento. 

La historia no termina aquí. De hecho, éste es sólo el comienzo del artista que se convertiría en uno de los más conocidos y exitosos del siglo pasado. (Espera la segunda parte). 

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