¿Puede el arte salvar al planeta?

¿Pueden realmente estas protestas lograr un cambio? La respuesta a esta pregunta es algo que todavía desconocemos; sin embargo, la realidad es que, mientras las obras de arte no han sufrido daños, todos estábamos hablando del tema, así que por lo menos eso sí se logró.

A finales de mayo, la “Mona Lisa” de Da Vinci recibió un pastelazo de manos de un hombre que pedía que los artistas comenzaran a pensar más en la Tierra, en octubre “Los Girasoles” de Van Gogh fueron atacados con sopa de tomate (que no dañó la pintura) por activistas que buscan detener las políticas sobre gas y petróleo y hace apenas unos días un grupo que quiere visibilizar la crisis por el cambio climático cubrió con harina un coche intervenido por Andy Warhol.

¿Pueden realmente estas protestas lograr un cambio? La respuesta a esta pregunta es algo que todavía desconocemos; sin embargo, la realidad es que, mientras las obras de arte no han sufrido daños, todos estábamos hablando del tema, así que por lo menos eso sí se logró. El vandalismo a obras de arte no es algo nuevo, al tratarse de objetos valorados internacionalmente, muchos han buscado dejar su marca o dar a conocer sus ideales a través de ellas.

La “Mona Lisa” por ejemplo, ha sido atacada en distintas ocasiones a través de los años. De hecho, fue gracias a uno de estos ataques, cuando en 1956 un hombre le lanzó una piedra y dañó la pintura del codo, que se decidió resguardarla con un cristal más resistente. Una muy buena decisión, pues años después, mientras estaba siendo exhibida de forma temporal en el Museo Nacional de Tokio, una mujer en silla de ruedas la roció con pintura roja para protestar la inaccesibilidad de los museos.  

¿Quiénes están detrás de los ataques y qué buscan?

Aunque son similares, no todos los ataques recientes fueron llevados a cabo por el mismo grupo, lo que sí tienen en común es la causa: advertir sobre la urgencia de cambiar nuestras políticas públicas para detener o alentar el cambio climático.

El más famoso de estos grupos, Just Stop Oil, por ejemplo, busca crear conciencia sobre la necesidad de cambiar las políticas inglesas sobre la extracción y quema de combustibles fósiles, los cuales (según ellos) deben de detenerse completamente en ocho años. Aunque sus protestas con obras de arte han logrado visibilidad mundial, no son las únicas acciones de este grupo. De hecho, a penas hace unas semanas tiraron pintura naranja sobre las oficinas del banco Barclays.

Además de este colectivo inglés, los alemanes “Last Generation”, culpables de arrojar puré de papas a un Monet en octubre y del atentado italiano contra el coche intervenido por Andy Warhol, también buscan acabar con el uso de combustibles fósiles a través de actos de desobediencia. Todo esto, mientras que el grupo “Futuro Vegetal”, quienes pegaron sus manos a dos pinturas del artista español Francisco De Goya pide la adopción de un sistema agroalimentario basado en plantas.

La respuesta del ICOM

El International Council of Museums (ICOM), un organismo global del que son miembros más de 45 mil museos en 138 países, se pronunció sobre estos “ataques” el 11 de noviembre en un comunicado. En él, la organización busca encontrar un punto medio al “compartir tanto las preocupaciones expresadas por los museos respecto a la seguridad de las colecciones como las de los activistas climáticos”. Además, hace un llamado a recordar que los museos son actores de cambio que deberían ser vistos como aliados. 

No es la primera vez

Manifestarse atacando obras de arte no es algo tan extraño como pudiéramos pensar y es que, además de ser una acción vistosa, lleva forzosamente a reflexionar sobre la importancia que le damos a estos objetos por sobre otras cosas, como el cambio climático o los derechos de las mujeres.

Hace más de 100 años, en 1914, un grupo de mujeres atacó con cuchillos distintas obras que estaban expuestas en los museos y galerías de Londres para protestar el encarcelamiento de Emmeline Pankhurst, una sufragista que luchaba por el derecho al voto de las mujeres.

El primero de estaos ataques (y posiblemente el más famoso) fue el que sucedió en la Galería Nacional de Londres un día después del arresto de Pankhurst, cuando Mary Richardson cortó con un cuchillo la “Venus del espejo” de Diego Velázquez.

Y en México…

Aunque Andrés Manuel López Obrador califique estos ataques de “exhibicionismo”, la realidad es que en México también se han realizado protestas a través de obras de arte icónicas. 

Muestran su enojo en Bellas Artes

Durante la marcha del Día Internacional de la Mujer de 2020, un grupo arrojó pintura morada a obras de arte y monumentos, como la escultura de Francisco I. Madero cabalgando creada por Javier Marín que se encuentra fuera del Palacio de Bellas Artes. Aunque causó mucha controversia, el mismo escultor dijo apoyar las manifestaciones y que esperaba que no limpiarán la obra.

Expulsan a Colón de Reforma

Después de que grafitear esta estatua se convirtiera en una actividad recurrente para quienes se manifestaban en contra de la represión europea de las civilizaciones indígenas de México, el gobierno de la Ciudad decidió remplazarla. Actualmente, lo que se encuentra en esa glorieta es un monumento en honor a las mujeres que han sido víctimas de violencia.

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